México nos recibió con mascarilla pero con unas ganas de abrazar que daban miedo. Una semana sin poder darse un beso con nadie es demasiado para ella. Nada más salir del aeropuerto, me cogió del abrigo (me había abrigado demasiado, pensando que aquí la primera todavía no estaba haciendo de las suyas), me parapetó en una esquina y me estampó un besos en los morros. México nos recibió con las calles vacias vacias de un D.F que se desperazaba como casi nunca puede hacerlo, pobrecillo. Nos recibió en casa de Tania con una sonrisa de esas que te hacen sentir como en casa, con un corazón de los que no caben en un pecho, con una hospitalidad que te dan ganas de llorar. México nos recibió con un chupito de mezcal y con el Punzo Pintor, gran amigo, enfermo de amor, como siempre. Con más proyectos Cartoneros, con más vida y más ganas de seguir.
De las gripes con las que algunos porcinos han hecho el agosto, mejor ni hablamos.
Ummmm, pero papá...
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